El Bisfenol A, también conocido como BPA, es un compuesto químico muy usado para la fabricación de plásticos como por ejemplo contenedores de alimentos, pues ayuda al endurecimiento del material, a prevenir la germinación de bacterias y también útil para evitar la corrosión de las latas.
Durante más de 40 años ha sido utilizado en EE.UU. para fabricar biberones de bebés, botellas de agua, jugos, latas de leche líquida, como también para alimentos sólidos, tacitas, equipos médicos y dentales.
El BPA ha estado altamente cuestionado en la última década por sus efectos negativos en la salud de las personas, principalmente en niños, quienes están más propensos a absorberlo porque su consumo de alimentos es mayor a su masa corporal. También al estar sus cuerpos en etapa de crecimiento se ven más afectados físicamente por el tipo de ingesta.
Cuando los alimentos están almacenados en recipientes con Bisfenol A, si estos se calientan o se hacen viejos, el químico se filtra en mayor medida contaminando la comida o líquidos.
La Asociación Americana Médica (JAMA) publicó en su revista especializada, la relación que hay entre la cantidad de BPA en la orina de los niños y su tendencia a la obesidad. El grupo ambientalista Environmental Working Group (EWG) también ha relacionado el químico con la ansiedad e hiperactividad, como también lo expresó en el 2011 la Asociación Americana de Pediatría tras su investigación.
El Programa Nacional de Toxicología (NTP), el Departamento de Sanidad y el FDA, con estudios han expresado "ciertas preocupaciones" por los efectos del BPA en el cerebro, trastornos de comportamiento y las próstata en fetos. Mediante investigaciones independientes también se ha asociado el BPA con la diabetes y problemas cardiovasculares.